EL CHANGÓMETRO DE FADA
El precio de la ropa y el calzado se multiplicó por 10 desde 2017
Según la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina, para lo que a fines de ese año comprábamos con $1.000, hoy se necesitan $10.125. Los alimentos y bebidas cuestan 8 veces más.
La inflación es el gran problema que tiene la sociedad argentina, porque carcome los ingresos, sobre todo de las clases más bajas, y le quita valor de forma permanente al peso. Y con un Gobierno que impide casi por completo la compra de dólares para ahorro (incluso también para importar productos básicos), la población se ve ante una encrucijada, porque el valor de su dinero se le escurre entre las manos.
Y eso cuenta para quienes tienen cierta capacidad de ahorro, porque el 50% de los argentinos está sumido en la pobreza, con un buen porcentaje que también se cayó de ese escalón para navegar en la indigencia. Para ellos la especulación anterior no corre, simplemente están obligados a sobrevivir en medio de un panorama desolador, porque el índice que mide el aumento de los alimentos es aún mayor al general que publica el Indec, que para el mes pasado fue del 6,2%. La inflación acumulada en los últimos 12 meses llegó así al 83%, aunque está claro que en el rubro alimentos fue todavía superior.
La Fundación Agropecuaria para el Desarrollo Argentino (FADA) le mide todos los meses la “temperatura” a la inflación, y lo hace mediante su ya famoso “Changómetro”, en el que incluye distintos rubros que impactan a diario en la vida de los argentinos.
Por ejemplo, según FADA para hacer la misma compra de alimentos y bebidas que en diciembre de 2017 costaba $1.000, hoy asciende a un valor de $8.581. O sea que los consumidores deben desembolsar ocho veces más cuando todavía no se cumplieron cinco años de aquella primera compra, durante el gobierno de Mauricio Macri. Los que llegaron “para ser mejores” lo único que hicieron fue multiplicar la pobreza y esta comparación es más que elocuente.
Pero en el arranque de octubre la fundación apuntó a otros dos rubros básicos, como son la vestimenta y el calzado y encontró que la diferencia es aún más importante entre ambos extremos. El calzado y la ropa que se podían comprar en aquel lejano diciembre de 2017 con $1.000 hoy cuestaon $10.125, una cifra más de diez veces superior.
Vamos primero a la progresión que sufrió el Changómetro en alimentos y bebidas con el devenir de los últimos años. En diciembre de 2018, los mil pesitos ya habían quedado algo obsoletos, porque se necesitaban $1.512, mientras que en la despedida del gobierno de Juntos por el Cambio la cifra había ascendido a $2.370.
La verdadera debacle vino después. En diciembre de 2020, tras un año de pandemia en el que el movimiento económico casi que se detuvo debido al encierro al que sometió la administración de Alberto Fernández a la población, la misma cantidad de alimentos y bebidas de las mismas marcas se conseguían a $3.367; en tanto que a fines de 2021 ya había que pagar $5.063. Finalmente se llegó en septiembre de este año a los $8.581. Difícilmente alguien que ganaba $10.000 en 2017 haya percibido $85.810 el mes pasado, lo que habla a las claras del deterioro del ingreso durante la actual administración kirchnerista.
En el caso de la ropa y el calzado, la progresión fue más o menos la misma, aunque se aceleró desde la llegada del peronismo al poder. Los mil pesos de diciembre de 2017 pasaron a ser $1.331 doce meses después, en tanto que el cambio de gobierno tomó a ambos rubros a un ritmo de $2.021 para la misma compra. Nótese que los incrementos, durante la era Macri, fueron menores en ropa y calzado que en alimentos y bebidas.
En diciembre de 2020, la cuesta se hizo más empinada: se necesitaron $2.335 para hacer la misma compra que requería $1.000 tres años antes. En el último mes de 2021 ya fueron $5.325 y el mes pasado $10.125, por lo que ambos rubros casi que duplicaron sus valores en apenas 9 meses de 2022.
Y nada parece indicar que el proceso inflacionario vaya a desacelerar pronto. Con el cepo al dólar y las trabas a las importaciones, los empresarios locales que fabrican ropa y calzado “cazan en el zoológico”, mientras la Secretaría de Comercio Interior se muestra impotente para detener la escalada. El control de precios ya demostró su inutilidad, las amenazas de la época de Moreno no surtieron efecto y los programas que “cuidan” en los supermercados sólo provocan desabastecimiento. ¿Y si prueban con gobernar, terminar con las internas y achicar el gasto del Estado?